El proyecto se emplaza en un barrio residencial y responde con modestia a su contexto; su escala se ajusta al latido del barrio y evita imponerse sobre la trama existente. El predio incorpora franjas de expropiación sobre Troncal San Francisco y calle Rengifo, transformando sus frentes en una oportunidad de puesta en valor del espacio urbano y en una transición cuidadosa entre lo público y lo doméstico. 

Cinco grandes volúmenes fragmentan la masa construida y se disponen perpendicularmente a la calle Rengifo, reduciendo la percepción de escala y generando fachadas y patios que dialogan con la calle. Esta disposición permite que el edificio respire en fragmentos medidos, manteniendo la escala de barrio y favoreciendo una presencia contenida y amable. 

El acceso principal, concebido desde la esquina, conecta con un eje estructurante que actúa como columna vertebral del edificio; desde esa espina se ramifican los recorridos hacia las distintas unidades y recintos, ofreciendo una lectura clara y una secuencia de espacios que orientan a usuarios y equipo. 

Los vacíos se emplean como dispositivos de espacialidad y de señalización: realzan los accesos, consolidan la esquina como hito urbano y permiten la conexión transversal entre volúmenes. Estos patios y cortes introducen luz, ventilación y visibilidad, transformando la geometría en un paisaje interior que articula las circulaciones.