El lugar se caracteriza por algunas de las antiguas casas de su calle principal, centenarios árboles y palmeras. El proyecto se afronta como si se tratara de una casa colonial y, es en ese sentido, que la relación con el lugar, la organización programática y la volumetría con su materialidad son los tres ejes determinantes.

La estrategia de organización se presenta en dos lenguajes: uno tectónico vinculado al primer nivel, y uno estereotómico que cualifica el estrato superior. El primero busca a través de materialidades reflectantes y transparentes generar espacialidades amplias, continuas y livianas. Por el contrario, el segundo, busca generar una sensación de mayor peso, de privacidad y protección, que a través de una piel continua de ladrillo busca dar cuenta exteriormente de esta condición.

Esta apariencia exterior, que queda expuesta por su altura, permite a su vez relacionarse de manera directa con el lugar, ya que su tonalidad, morfología y grano material se asemeja a las diversas cubiertas de tejas de arcilla que dan identidad a la comunidad de Placilla y al Valle de Colchagua.